Adolescentes. Proteger su audición.
Publicación editada 06/10/2016Cada día que pasa conocemos más sobre los efectos nocivos del ruido para la salud auditiva, incluso para la salud en general.
También conocemos que los niños y los adolescentes son más susceptibles a la acción lesiva del ruido, tanto su sistema auditivo, como otros factores de su desarrollo psicomotor, capacidad de atención, habilidades de aprendizaje, etc.
Los padres en muchas ocasiones no son conscientes de la gravedad de la situación ni trasmiten a sus hijos su preocupación.
Además, en el caso de los niños es más fácil reconducir sus hábitos y/o limitarles sus hábitos ruidosos. Pero en los adolescentes resulta más difícil concienciarles de las consecuencias que pueden tener a la larga sus hábitos de ocio social.
Sin tener en cuenta la mayor susceptibilidad de niños y adolescentes, sabemos que la exposición a ruidos de más de 85 decibelios durante 8 horas diarias es perjudicial para el oído. Y que cada 3 decibelios más, se debe reducir la exposición a la mitad de tiempo.
Si en bares de copas o discotecas se alcanzan entre 90 y 100 decibelios, resulta que no deberíamos permanecer en estos lugares más de 15 a 30 minutos.
En el caso de los conciertos de rock hay que tomar más precauciones. En lugares próximos al escenario se pueden alcanzar 120 decibelios, lo que implica que hasta un minuto puede ser lesivo.
Es responsabilidad de los padres concienciar a los adolescentes de este problema y evitar en lo posible que sufran los efectos de una sobreexposición al ruido. Pero tambien es responsabilidad de las autoridades evitar el acceso de menores de edad a lugares con ruido ambiente elevado si queremos evitar que los adolescentes de hoy sean adultos con hipoacusia mañana.
También conocemos que los niños y los adolescentes son más susceptibles a la acción lesiva del ruido, tanto su sistema auditivo, como otros factores de su desarrollo psicomotor, capacidad de atención, habilidades de aprendizaje, etc.
Los padres en muchas ocasiones no son conscientes de la gravedad de la situación ni trasmiten a sus hijos su preocupación.
Además, en el caso de los niños es más fácil reconducir sus hábitos y/o limitarles sus hábitos ruidosos. Pero en los adolescentes resulta más difícil concienciarles de las consecuencias que pueden tener a la larga sus hábitos de ocio social.
Sin tener en cuenta la mayor susceptibilidad de niños y adolescentes, sabemos que la exposición a ruidos de más de 85 decibelios durante 8 horas diarias es perjudicial para el oído. Y que cada 3 decibelios más, se debe reducir la exposición a la mitad de tiempo.
Si en bares de copas o discotecas se alcanzan entre 90 y 100 decibelios, resulta que no deberíamos permanecer en estos lugares más de 15 a 30 minutos.
En el caso de los conciertos de rock hay que tomar más precauciones. En lugares próximos al escenario se pueden alcanzar 120 decibelios, lo que implica que hasta un minuto puede ser lesivo.
Es responsabilidad de los padres concienciar a los adolescentes de este problema y evitar en lo posible que sufran los efectos de una sobreexposición al ruido. Pero tambien es responsabilidad de las autoridades evitar el acceso de menores de edad a lugares con ruido ambiente elevado si queremos evitar que los adolescentes de hoy sean adultos con hipoacusia mañana.
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